Iñaki, sí pero nó. Tu análisis corresponde a como se ha desarrollado la política durante la transición y que con la irrupción de nuevos actores tiende a agotarse. Para renovar es necesario que las decisiones de calado estén en las manos de los ciudadanos, pues las equivocaciones de los partidos son insasumibles por éstos ya que puede que no se vean representados. Italia nos dice que se puede vivir con esta inestabilidad que tratamos de atajar con malas practicas partidistas de espaldas al elector. Y les va mejor que a nosotros. Francia nos enseña que una segunda vuelta pone en manos del ciudadano la responsabilidad de decidir quien se queda o se va, aunque surjan daños colaterales en los partidos que consideramos dañinos para la gobernabilidad. O cambiamos o nos condenamos a repetir los mismos errores sin posibilidad de renovación democrática.